martes, 20 de abril de 2010

Para que lean sobre el uso de la música (es cortito).

EL ARTE DE COMBINAR LOS SONIDOS.
La utilización de la música en la radio.


Por Marcelo Cotton.


¿Para qué sirve la música en un relato de radio?
Algunos desprevenidos apuntarán que la música se usa como “cortina” o “fondo” para dar “ritmo” a las palabras de algún locutor o conductor. Sin embargo, la llamada “cortina musical” tiene apenas un mínimo potencial en relación al enorme potencial de la música en el medio radial y, en muchos casos, sólo sirve como red de rescate ante la falta de palabras claras o para evitar que el silencio las refuerce y las deje al desnudo.

La música narra, cuenta. Nos sumerge en distintos universos, expresa y genera sentimientos y sensaciones.
Basta con escuchar la música del informativo para predisponernos a “saber lo que pasa en el mundo”. Basta con escuchar una música melancólica para tentarnos a sacar nuestra propia melancolía así como cualquier otro sentimiento inherente.
La música -o su falta- nos proporciona como oyentes predisposiciones sentimentales y sensoriales.
Ahora bien, la música se graba en nuestra mente y se identifica con recuerdos e imágenes. Lo que a una persona le genera una misma canción no será lo mismo que a otra. A alguien, determinado tema musical le hará recordar un verano. A otro, le recordará cuando esa canción sonaba en el tocadiscos de su padre. Esto pasa con las canciones conocidas, nos trasladan a momentos grabados en nuestra memoria, como si esos momentos tuvieran su propia banda sonora de la película de nuestras particulares vidas.
Sin embargo, la música en un relato tiene el gran poder de transformarse, de resignificarse en función de su combinación con la palabra, con los sonidos y los silencios. De volverse parte de un todo sonoro, nuevo y original, que es cada relato radial.

La música va directo al corazón de los oyentes, también al vientre, a las tripas, a las piernas, a los pies o a los pulmones. Se introduce por los poros de la piel y nos penetra, el cuerpo es su sostén y su impulsor.
He aquí, por tanto, que la música es una de las herramientas más poderosas de manipulación sensorial en la radio -y también en la televisión-. Ya que va directo al cuerpo de los oyentes, sin pasar por la racionalidad, puede generar todo tipo de sentimientos y sensaciones adversas. Por ejemplo, una información sobre una manifestación popular sobre una música de terror plantearía subliminalmente la sensación de peligro sobre la misma.
La palabra puede estar relatando algo y la música puede generar al mismo tiempo todo un mundo de sensaciones que automáticamente el oyente sobreimprimirá sobre el texto. Pero así como es una herramienta poderosa para generar sentimientos y sensaciones adversas, también lo es para lo contrario. Cualquier relato, ya sea de la realidad o de la ficción, puede obtener, por medio de la música sabiamente situada, un vuelo poético, una belleza única.
Imaginemos un informativo con música de Bach. Imaginemos un análisis político con música de salsa. O una crónica de un crimen pasional con música de bolero. Y confirmaremos el rol narrador de la música y su influencia en el mensaje.

La radio es un medio sensorial antes que racional. Por lo tanto, quienes hacen radio y saben del poder de la música en ésta y la usan sabia e intuitivamente, se convierten en artistas de radio, cuyo lenguaje se podría definir sin temor a equivocarnos como el arte de combinar los sonidos.